domingo, 21 de julio de 2013

"El hada Soledad"

de Enrique Pérez Díaz











Enrique Pérez Díaz


Un nuevo poema dedicado a las hadas, nos llega desde Cuba y de la mano de Enrique Pérez Díaz. Además de autor con una obra muy amplia, Enrique dirige la editorial infantil "Gente Nueva". De sus libros citaremos sólo uno, "ABECE-Hadario del Sueño", libro publicado en Venezuela y en el que da vida a hadas para cada letra, para cada instante. 













Imagen tomada de Internet.

EL HADA SOLEDAD

Soledad viene 
tan calladita, 
como el murmullo 
del verde mar...

Nadie la espera,
nadie la sueña,
nadie la quiere
y tan triste está...

Soledad viene
como la noche,
su manto tenue
te envolverá...

Vuela en silencio,
como las sombras,
es tímida hada,
la Soledad...

Soledad viene,
nunca la sientes,
pero su pena
cobijarás...

Creerás que ríes,
que te enamoras,
que alguien te ama,
tú creerás...

Pero contigo,
siempre a tu lado,
un hada sola,
que sueña amar...


































Portada del libro dedicado a las hadas de Enrique Pérez Díaz.

miércoles, 10 de julio de 2013

Enriqueta, un hada coqueta


de Liana Castello.
De la mano de Liana Castello nos llega el hada Enriqueta muy preocupada por su aspecto hasta que descubre que más allá de como nos vemos está el mundo de las emociones, Enriqueta cambia peines y espejos por juegos encontrando en ello la felicidad. 


La ilustración que acompaña el poema es de Mónica Ortiz, ilustradora pacense que mantiene el blog "monica-ilustraciones.blogspot.com

"Enriqueta, un hada coqueta"

La pequeña Enriqueta 
era un hada muy coqueta.
Frente al espejo pasaba 
el día entero sentada.
Se peinaba todo el día 
para ver cómo lucía
y se probaba anillos,
collares con muchos brillos,
también lazos y peinetas,
esta hadita tan coqueta.
Su ropa mucho cuidaba
para que no se arrugara.
Mas un error cometía
y ella no lo sabía.
Se perdía muchas cosas
y todas, maravillosas:
Bailar hasta despeinarse
y jugar hasta cansarse,
hamacarse sin cesar
y por el césped rodar,
jugar a las escondidas
con otras hadas amigas.
Y un día reflexionó
y su defecto asumió.
Vio todo lo que perdía
por mirar cómo lucía
y se dio cuenta ese día
de cuánto, cuánto se aburría.
Y entonces todo cambió
y a despeinarse se animó.
Jugaba y mucho saltaba,
aunque su ropa se arrugara.
Daba vueltas y más vueltas,
sin importar las peinetas
y se dio cuenta por fin
que jugando era feliz.
Se dedicó a jugar
y a su espejo ... ¡dejó descansar!